Cada caída deja cicatrices, pero también fuerza,
Cada caída dejó cicatrices, y aunque en su momento dolieron como heridas abiertas, hoy son marcas que cuentan mi historia. Cada cicatriz me recuerda que sobreviví a lo que una vez pensé que me destruiría, y que incluso en el suelo aprendí a levantarme con más fuerza. Son huellas que no me definen por el dolor, sino por la resiliencia que despertaron en mí. Porque cada tropiezo no fue el final, sino el comienzo de una versión más firme, más consciente y más valiente de quien soy.